sábado, 17 de agosto de 2013

Biografía--Ramón Rosa

Nació en Tegucigalpa en 1848, falleciendo en la misma ciudad en 1893. En 1948 apareció el primer tomo de sus escritos y el segundo en 1954, en la recopilación debida a Rafael Heliodoro Valle y Juan B. Valladares e intitulada Oro de Honduras, mientras que Marcos Carías Zapata realizó una antología anotada bajo el título Ramón Rosa: obra escogida. Tegucigalpa, 1980. Para este autor “Ramón Rosa es el pensador más representante del positivismo liberal en Centroamérica y, posiblemente, el escritor que mayor influencia directa ha ejercido sobre el desarrollo político en un país del istmo. Protagonista en el movimiento de la Reforma Liberal Centroamericana, iniciado en Guatemala en 1871, expuso sus ideas en un momento caracterizado por la presencia de buenos ideólogos pero además, lo llevó a la práctica desde los importantes puestos públicos que le tocó desempeñar, en especial desde su calidad de co – gobernante de Honduras, junto a Marco Aurelio Soto, de 1876 a 1883… Rosa no fue un pensador original.
Aceptó desde su juventud un conjunto de ideas que se dedicó a propagar e institucionalizar. Combina en sus creencias las dos tendencias de positivismo: Comité y su divulgador Littré para el esquema fundamental; el utilitarismo de Mill de Bentham para las tendencias morales y prácticas… De acuerdo con sus principios, creía que las ideas deben gobernarla sociedad, lo cual en la práctica lo llevó a sobrevalorar el papel dirigente de las minorías intelectuales. Tenía fe en el progreso natural del genero humano y veía en la razón y en su alma, la ciencia, las mejores vías para terminar con los prejuicios y las supersticiones, para fomentar el avance comercial e industrial e inclusive, para moralizar a los pueblos. Exigía que se actuará con lógica y su criterio de acción era el de lo útil. Estas ideas le hacían orientarse hacia los problemas prácticos y económicos a los cuales quería dar prioridad sobre exclusivamente políticos.
Rosa sobresalió en el género del ensayo y biografía. Ejemplos de lo primero son: “Constitución Social en Honduras”, “Consideraciones generales sobre la independencia de Centro América”, “Los Partidos Políticos”, Discurso de Apertura de la Universidad Central de Honduras”, “Conciencia del Pasado”, de lo segundo: “Don José Milla y Vidaurre”, Biografía del Padre Reyes”, Tegucigalpa, 1965, “Biografía del Sabio José Cecilio del Valle”, Tegucigalpa, 1965, “Historia del Benemérito General Don Francisco Morazán”, Tegucigalpa 1971.
Rafael Heliodoro Valle afirma que “Rosa fue, sobre todo un hombre de estudio, un orador que se valía de la tribuna y un escritorio que utilizaba a la prensa para diseminar ideas y dar credenciales de su vocación de pensador. Ramón Rosa fue quién penetró con más decisión en las vísceras de la realidad hondureña, y hasta hoy no han sido superadas la dignidad de su estilo y la limpieza meridiana de su pensamiento. Tenía fe en el progreso constante y en el valor de las instituciones como norma de bien. Su ideario era el de civilizador que busca en la tolerancia el aire claro.” Medardo Mejía.




Literatura de Honduras


La literatura hondureña es aquella desarrollada en Honduras o por hondureños, entre los escritores más notables de Honduras están Froylán Turcios Juan Ramón Molina, Rafael Heliodoro Valle, Antonio José Rivas, Clementina Suárez, Ramón Amaya Amador, Marco Antonio Rosa, Roberto Sosa, Lucila Gamero de Medina, Roberto Quezada, Armando García, Helen Umaña, Alberto Destephen, Argentina Díaz Lozano y Julio Escoto.

La literatura de Honduras cuenta con poetas, novelistas y narradores de notable calidad en diferentes períodos de la historia de ese país centroamericano.

Historia de la literatura hondureña


La literatura en el territorio de la actual Honduras se remonta a hace más de mil quinientos años, fue desarrollada por la civilización maya en la ciudad de Copán, la Escritura maya de nuestros antepasados que empleaba logogramas y glifos silábicos la literatura maya se encuentra conservada en las estelas, pirámides y templos en Copán. La ciudad de Copán alberga la pirámide más informativa de América, la pirámide de los jeroglíficos que cuenta con más de 2.500 glifos.



Siglo XIX


En este periodo se inician varios escritores como Froylán Turcios y el poeta modernista, Juan Ramón Molina. Lucila Gamero (1873-1964) es la novelista más relevante del romanticismo en Honduras, quienes publican la mayoria de sus libros en la primera mitad del siglo XX.


Imagenes de escritores de Honduras que se destacaron por sus escritos 


  
Ramón Amaya Amador 






Froylán Turcios: el primer escritor, narrador y poeta modernista en Honduras.
Froylan Turcios 






Leticia Silva de Oyuela
Leticia Silva de Oyuela




A finales del siglo XIX Ramón Rosa planificó la organización de un nuevo partido político distinto al Partido Liberal, llamado Partido Progresista, pero nunca se concretó su fundación.

Ramón Rosa

Siglo XX



En el siglo XX destaca Ramón Amaya Amador, autor de la obra Prisión verde, novela por excelencia con la que se inaugura la literatura del realismo social dentro del país. Los poetas Óscar AcostaRoberto SosaRigoberto ParedesJosé Adán CastelarAlexis Ramírez y José Luis Quesada, junto a narradores como Julio EscotoEduardo Bähr - libro de cuentos, El cuento de la guerra - y Ernesto Bondy Reyes - "La mujer fea y el restaurador" - entre otros y otras, son los escritores que abren nuevas perspectivas -literaria y generacionales- en el modo de hacer y enfrentar el hecho literario nacional a partir de los años 60, 70 y la actualidad. No se puede obviar a los renombrados escritores Oscar Amaya con su última producción de cuentos "El Prodigio de los príncipes"; Galel Cárdenas con su última novela "Pared del agua"; la novelista Denia Nelson Moncada, con un destacado estilo realista con un toque mágico muy innovador en su novela"El Regreso de una Wetback", basada en un testimonio galardonado en Australia; en esta novela, por primera vez en la literatura hondureña, se hace uso de algunos términos del Spanglish.

Lucila Gamero completa su obra Blanca Olmedo en 1903 y es publicada en 1908, es el primer libro publicado por una escritora en Honduras .

Helen Umaña es una de las pocas escritoras hondureñas que ha enfocado su labor literaria hacia el ensayo y la crítica literaria , aparte de la historiadora Leticia de Oyuela, quien ha escrito ensayos sobre pintura y ha publicado diferentes libros sobre la historia de Honduras.

En la literatura hondureña del presente se puede hablar de escritores que incursionan tanto en la poesía como en la narrativa, Marta Susana Prieto (Melodía de Silencios) cuento (Animalario) novela histórica (Memoria de las Sombras) ésta última merecedora de una Distinción de Casa de las Américas de Cuba y su última novela histórica (2011) Buscando el Paraíso.


Entre otros autores César Lazo, Glenn Lardizábal Navarro escritor de cuentos cortos ("Tentando el Vació" y "La Voz en Off") Felipe Rivera BurgosEfraín López NietoJorge MiraldaElisa Logan,Rebeca BecerraRubén IzaguirreMario BerríosAlberto DestephenDébora RamosAleyda Romero,Dorita ZapataSoledad AltamiranoSamuel TriguerosIsrael SerranoFabricio EstradaHeber SortoSalvador Madrid, Armando Valeriano (Dramaturgia),David FortínMelissa MerloOscar SierraRolando A. Vega Jordán, Gustavo Campos, Giovanni Rodríguez, Murvin Andino Jiménez, Otoniel Natarén, entre otros, y quienes además de su producción individual, figuran en importantes antologías hondureñas y extranjeras.


Roberto Quesada, con su novela, Los barcos, novelista y cuentista, es una de las tres figuras más descollantes de la literatura hondureña actual, junto a los dos escritores que, al igual que él, se abren paso en Estados Unidos y Europa respectivamente, como la poeta y editora Amanda Castro y el escritor y dramaturgo Javier Abril Espinoza, autor del libro Un ángel atrapado en el huracán y de Cuentos para niños y niñas. El narrador Nery Alexis Gaitán y el poeta José González, de diferentes generaciones, son otros de los escritores hondureños dignos de ser considerados, del mismo modo que no pasa inadvertido, por su fina ironía satírica, el escritor olanchitense Armando García. También tenemos a Juan Ramón Saravia. Nació en Santa Barbara, Honduras, en 1951. Poeta, dramaturgo, editor, escritor. Ha publicado los siguientes libros: Poesía: "Paisajes Bíblicos (Ida y vuelta)", 1985; "Puntos Cardinales", 1988; "Solo para una mujer", 1990; "Alta es la noche", 1992; "Entre todas las mujeres", 1996. Teatro: "Hasta nunca, sangre azul"; "El círculo del domingo"; y Shealsy is stupid "Se nos quema el dulce". Ha recibido los siguientes reconocimientos: Premio Casa de las Américas, Cuba (1988) compartido con cuatro poetas latinoamericanos y publicado por ediciones Casa de las Américas, La Habana, 1988, en la Colección Premio, bajo el título de "Cinco Puntos Cardinales", junio de 1989.





Literatura hispanoamericana

Orígenes




La imagen de América se va develando en su literatura. América, como dijo Alfonso Reyes, siempre fue tierra de asombro y se forjó a partir del enfrentamiento de dos culturas: la aborigen y laeuropea.


Sin embargo, la primera, por el sentido que tiene la palabra conquista, quedó truncada. Recién en el siglo XX la cultura americana, descuajada de su raíz primitiva, de la cultura precolombina, se reencuentra con ella debido al interés de arqueólogos y etnólogos que sacan a la luz esta extraordinaria cultura. Descubrir y asumir esa raíz que había quedado sepultada, determinó que desde el siglo XX se tendiera una alianza entre la cultura precolombina y la nueva cultura que se impuso durante la conquista y la colonización. La literatura precolombina, que había quedado oculta, fue entonces valorizada. Con la llegada de los conquistadores, la literatura hispanoamericana fue creándose en un proceso de hibridación entre lo ajeno y lo propio. Desde el siglo XVI, con lasCrónicas, expresión de la literatura del descubrimiento y la conquista, pasando por la literatura de la colonia, hasta llegar a la época de la independencia, se incorporan temas como la naturaleza, el hombre, las luchas por la independencia, pero sigue sujeta a los cánones estéticos heredados de Europa.


Pero la dinámica de los conflictos propiamente americanos y su desenvolvimiento histórico fue generando en los escritores una preocupación cada vez mayor por lograr una literatura original. Casi a finales del siglo XIX, la búsqueda de los escritores para encontrar "un lenguaje propio" comienza a tomar forma. La originalidad de la literatura hispanoamericana no estalla súbitamente sino que se va dando en un proceso en el que sufre fenómenos comunes: caudillismos, mezcla de razas, influencia del paisaje, injusticias sociales, dictaduras, etc.Se puede afirmar que actualmente existe una literatura hispanoamericana que expresa la problemática del hombre frente a una realidad telúrica e histórica propia con sus variantes regionales. En el siglo XX el escritor contemporáneo recupera los mitos y experimenta con el lenguaje logrando originalidad y ubicando a la literatura hispanoamericana en el mismo nivel de la literatura europea.


Hispanoamérica soportó la enajenación de sus riquezas, su libertad y su destino político por mercaderes que veían sólo un medio de enriquecimiento en este continente. Les corresponde a los pueblos de América superar la alienación y des-cubrir su identidad. La literatura es un camino posible porque a través de ella el lector asume su tierra y sus 
conflictos y se siente comprometido con el devenir histórico.

Los estudios literarios coloniales


En la búsqueda de nuevas formas de afrontar el referente literario, se plantearon nuevas formas de abordaje a través de estudios de varias disciplinas afines. Un caso que ilustra este problema son los estudios literarios coloniales. Walter Mignolo plantea esa problemática en su artículo La lengua, la letra, el territorio (o la crisis de los estudios literarios coloniales). Parte de la problemática de configurar un corpus de obras de estudio y de definir los parámetros que se usarían para hacer la selección. Tal problema se inicia con la perspectiva de críticos anteriores, como Enrique Anderson Imbert, que afirma que la literatura en América sólo la conforman aquellos textos que hacen "uso expresivo de la lengua española en América". Descarta las producciones en lenguas indígenas, los escritores hispanoamericanos que escribieron en latín como Rafael Landívar, en francés como Jules Supervielle o César Moro, o en inglés como Guillermo Enrique Hudson.


Por el contrario, la complejidad idiomática de las colonias y las confrontaciones de culturas basadas en la oralidad y en la escritura hacen del período colonial un contexto ideal para estudiar tanto las culturas y variables idiomáticas como el espectro de interacciones discursivas. La crisis aludida en el título se entiende como el reconocimiento, por parte de los investigadores, "de que la relevancia de la circulación de discursos en el Nuevo Mundo y entre el Nuevo Mundo y Europa para la comprensión del periodo va más allá de lo escrito (puesto que importan las tradiciones orales y las escrituras no alfabéticas) y de lo escrito en castellano por hispanos" (Mignolo, 4). En esta revisión de los estudios coloniales se ven cuatr

o proyecciones que contribuyen a examinar la imagen heredada de la literatura colonial. La primera comienza antes de 1980. Se refiere a los estudios de neolatín y los estudios de la literatura náhuatl, en la época del México colonial. La segunda proyección es un esfuerzo por justificar la atribución de propiedades estéticas o culturales a un conjunto de textos, que nos resulta hoy obvia, aunque no sus rasgos literarios. A la vez es un esfuerzo por ahondar en el origen de la literatura latinoamericana en el siglo XVI, con estudios como el de Enrique Pupo-Walker, que se esfuerza por encontrar las propiedades literarias en los escritos del Inca Garcilaso de la Vega y conjugar lo imaginario y lo retórico con lo literario en el pensamiento histórico, estudiando el uso de técnicas narrativas en discursos historiográficos. También hay que mencionar los trabajos de Noé Jitrik sobre Colón y de Beatriz Pastor en sus estudios del discurso narrativo. Estas investigaciones tienen dos elementos en común, que son el crear un espacio crítico sobre la naturaleza de lo literario y lo hispanoamericano, y proyectar las técnicas del análisis literario hacia el análisis de discursos no-literarios.


La tercera proyección u orientación a que se refiere Mignolo(6)es el interés en buscar las constantes más que la especificidad de un discurso, y por otro lado las normas retóricas que regían la producción literaria y la lectura de discursos entre los siglos XVI y XVII. Finalmente, la cuarta orientación se centra en la interacción entre las fronteras idiomáticas y el discurso hegemónico. Tanto la descripción como la puesta en escena del discurso requieren un “contexto de descripción” cuya configuración no la elabora la Historia, sino que la postula el investigador.


Estos ejemplos nos muestran el desplazami
ento del área de estudios de la literatura hispanoamericana hacia el discurso de la colonia. También nos invitan a examinar los límites de la noción de literatura hispanoamericana, y nos exigen una revisión de la noción de “literatura” y de lo “hispanoamericano”.

Literatura argentina


La literatura argentina desde el período de entre guerras

Jorge Luis Borges (1899), que alcanzó la fama internacional con el “boom” de los años sesenta, es un escritor que estuvo ligado, ya en los años 20, a los movimientos vanguardistas del momento. Su reconocido magisterio entre tantos escritores latinoamericanos contemporáneos no debe hacer olvidar su obra anterior a la Segunda Guerra Mundial, aunque en parte se haya revalorizado tras el “boom” , ni el medio literario del que surge. Borges se inicia como poeta con Fervor de Buenos Aires (1923), Luna de enfrente (1925) y Cuaderno San Martín (1929) y se revela al mismo tiempo como extraordinario ensayista en Inquisiciones (1925) y Evaristo Carriego (1930) Posteriormente se convierte en uno de los grandes escritores latinoamericanos con Historia universal de la infamia (1935), El jardín de senderos que se bifurcan (1941), Ficciones (1944), El Aleph (1952), El hacedor (1960) y El informe de Brodie (1970), a los que hay que sumar los volúmenes de ensayos Historia de la eternidad (1936) y Otras inquisiciones (1952).


Con respecto al medio en que aparece Borges es importante consignar los nombres de Macedonio Fernández (1874-1952), Museo de la novela de la Eterna (1967), Leopoldo Marechal(1900–1970), de la misma generación que Borges, Adán Buenosayres (1948), novela y Oliverio Girondo (1891–1967), Veinte poemas para ser leídos en el tranvía (1922). Junto a otros escritores agrupados en la revista Martín Fierro y que integraron el Grupo Florida, hay que mencionar a Leónidas Barletta como uno de los principales exponentes del Grupo Boedo, con una estética menos vanguardista y más ligada a las cuestiones sociales. Un caso aparte es Ricardo Güiraldes (1886–1927), que con Don Segundo Sombra (1926) corona la novela de la tierra en Argentina.

Un escritor de importancia en el periodo de entreguerras, y que recoge con fidelidad el ambiente crítico y desesperado de la época, es Roberto Arlt (1900–1942), autor de novelas como El juguete rabioso (1927), Los siete locos (1929) y Los lanzallamas (1931), en las que el habla porteña adquiere una categoría expresiva novedosa y literariamente original. Enrique Amorim(1900–1960), uruguayo integrado en la literatura argentina, se caracteriza por sus obras de tema rural, El paisano Aguilar (1934), El caballo y su sombra (1941). Nicolás Olivari (1900-1966), poeta tremendista y atormentado, aporta en este período los volúmenes de poesía La musa de la mala pata (1936), Diez poemas sin poesía (1938), Poemas rezagados (1946) y los libros de relatos La mosca verde (1933) y El hombre de la navaja y de la puñalada (1933). Mientras que Raúl González Tuñón (1905–1974), que combina tanto la estética de Boedo como la de Florida, se destaca como poeta en El violín del diablo (1926), La calle del agujero en la media (1930), La rosa blindada (1936) y La muerte en Madrid (1939). El poeta Fernando Guibert (1912-1983), llamado "acosador del lenguaje", logra romper con las fórmulas de la lengua abriendo nuevos niveles de percepción poética con Poeta al pie de Buenos Aires (1953) y su poema cosmogónicoAhora Vamos (1983).

La tradición fantástica que inaugura Borges tiene especial influencia en narradores como Adolfo Bioy Casares (1914) y Silvina Ocampo (1905). Tras la novela La invención de Morel (1940), Bioy publica, dentro de la línea argentina borgiana, una serie excelente de cuentos que reunirá en 1972 en Historia fantástica. Victoria Ocampo (1893–1979), hermana mayor de Silvina, es una notable ensayista, Testimonios (1935, 1942, 1946), y desempeña un papel de gran importancia como editora al fundar en 1931 la revista Sur, que dará a conocer, entre otros, al propio Borges.

Al margen del entorno de Borges se mueven Manuel Mujica Láinez (1910–1984), Bomarzo (1962) y Antonio di Benedetto (1922), Zama (1956), junto a los que cabe citar a un grupo de narradores dedicados, sobre la condición humana. Tal es el caso de Eduardo Mallea (1903–1982), mediante técnicas realistas, a una angustiada indagación sobre la condición humana: La bahía del silencio (1940), Todo verdor perecerá (1941), Rodeada está de sueño (1943), Ernesto Sabato (1911), novelista que adquirió renombre en los años sesenta, pese a no ser uno de los protagonistas del “boom”. Su trilogía El túnel (1948), Sobre héroes y tumbas (1961) y Abaddón el exterminador (1974) constituye un ejemplo de novela total y es una de las muestras más sólidas de la narrativa argentina contemporánea.

Julio Cortázar (1914–1984) es, junto con Borges y Sabato, uno de los escritores de mayor renombre de la literatura hispanoamericana. En su narrativa confluyen tanto la herencia de Borges, Marechal y Macedonio Fernández como la de una tradición europea en la línea de la literatura fantástica surrealista. Sus mejores cuentos se encuentran en los volúmenes Bestiario (1951), Final del juego (1956) y Las armas secretas (1959), mientras que su novela central, que ha gozado de una enorme influencia entre los jóvenes narradores hispanoamericanos, es Rayuela (1963). Entre éstos, y en el ámbito argentino, han sobresalido Juan José Saer (1938), El limonero real y Manuel Puig (1932), La traición de Rita Hayworth (1968) y Boquitas pintadas (1969).

Literatura hondureña

Artículo principal: Literatura de Honduras.

A finales del siglo XIX y principios del siglo XX, destacan escritores como Froylán Turcios (1875-1943) y el poeta modernista, Juan Ramón Molina (1875-1908). Polígrafo e historiador de reconocida trayectoria continental, resulta ser don Rafael Heliodoro Valle (1891-1959).

Con la novela Prisión Verde, ambientada en los campos bananeros de la costa norte del país y escrita por el novelista Ramón Amaya Amador (1916-1966), se inaugura en Honduras la literatura del realismo social. A partir de los años 60's y 70's, los poetas Óscar Acosta (1933) (premio Casa de las Américas), Rigoberto Paredes (1948), José Adán Castelar (1941) y José Luis Quesada (1948), junto a narradores como Julio EscotoEduardo Bähr -sobre todo con su libro "El cuento de la guerra"- y Ernesto Bondy Reyes (1947) -con su libro "La mujer fea y el restaurador de obras"-, entre otras y otros literatos de cierta importancia que no se mencionan aquí.


Helen Umaña es una de las pocas escritoras hondureñas que ha enfocado su labor literaria hacia el ensayo y la crítica literaria, aparte de la historiadora Leticia de Oyuela, quien ha escrito ensayos sobre pintura y publicado diferentes libros sobre la historia de Honduras. De los autores del presente, se puede hablar de nuevos valores en la poesía, como César Indiano con su libroAzul maligno, aunque él practica más el género narrativo con mejor suceso. Roberto Quesada, novelista y cuentista, es una de las tres figuras más descollantes de la literatura hondureñaactual, del cual podemos destacar su novela Los barcos, junto a otros jóvenes escritores más que, al igual que Quesada, se abren paso en Estados Unidos y Europa respectivamente. entre ellos se encuentra la poeta y editora Amanda Castro, del mismo modo que no pasa inadvertido -por la ironía satírica de sus propuestas- el escritor y columnista de prensa, Armando García.


Julio Escoto, es escritor, ensayista y crítico social. Su novela larga, Rey del Albor, Madrugada (1993), de trama policial, utiliza en forma intensa el idioma, y hace ricas descripciones del paisaje. Su novela Bajo el almendro...junto al volcán (1988) fue reimpresa en una versión de lujo con doscientos ejemplares numerados y dedicados a mano, producida bajo la dirección deFernando F. Aparicio

BIOGRAFÍA--JULIO CORTAZAR

Infancia

Julio Cortázar nació en Ixelles, un suburbio situado en el sur de la ciudad de Bruselas, el 26 de agosto de 1914. Fue hijo de Julio José Cortázar y María Herminia Descotte. Su padre era funcionario de la embajada de Argentina en Bélgica, desempeñándose en esa representación diplomática como agregado comercial. Más adelante en su vida declararía: «Mi nacimiento fue un producto del turismo y la diplomacia». En ese entonces Bruselas estaba ocupada por los alemanes.


Hacia fines de la Primera Guerra Mundial, los Cortázar lograron pasar a Suiza gracias a la condición alemana de la abuela materna de Julio, y de allí, poco tiempo más tarde a Barcelona, donde vivieron un año y medio. A los cuatro años volvieron a Argentina y pasó el resto de su infancia enBanfield, en el sur del Gran Buenos Aires, junto a su madre, una tía y Ofelia, su única hermana (un año menor que él). Vivió en una casa con fondo (Los venenos y Deshoras, están basados en sus recuerdos infantiles), pero no fue totalmente feliz. «Mucha servidumbre, excesiva sensibilidad, una tristeza frecuente» (carta a Graciela M. de Sola, París, 4 de noviembre de 1963).

«Pasé mi infancia en una bruma de duendes, de elfos, con un sentido del espacio y del tiempo diferente al de los demás» (revista Plural, México, mayo de 1975). Cortázar fue un niño enfermizo y pasó mucho tiempo en cama, por lo que la lectura fue su gran compañera. Su madre le seleccionaba lo que podía leer, convirtiéndose en la gran iniciadora de su camino de lector, primero, y de escritor después. Declaró: «Mi madre dice que empecé a escribir a los ocho años, con una novela que guarda celosamente temiendo alguna desesperada tentativa por quemarla» (revistaSiete Días, Buenos Aires, diciembre de 1973). Cortázar también recuerda que en cierta ocasión un pariente suyo («un tío o algo así») descubrió una serie de poemas suyos y se los dio a su madre, diciéndole que «evidentemente esos poemas no eran míos, que yo los copiaba de alguna antología de poemas», por lo cual su madre llegó a preguntarle si esos poemas realmente eran suyos.

Leía tanto que algún médico llegó a recomendarle leer menos durante cinco o seis meses y salir más a tomar un poco de sol. Muchos de sus cuentos son autobiográficos, como Bestiari , Final del juego, Los venenos y La señorita Cora, entre otros.

Juventud

Después de realizar los estudios primarios en la Escuela Nº10 de Banfield, se forma como maestro normal en 1932 y profesor en Letras en 1935 en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta.


De aquellos años surgió «La escuela de noche» (Deshoras). Fue en aquella época que comenzó a frecuentar los estadios a ver boxeo, donde ideó una especie de filosofía de este deporte «eliminando el aspecto sangriento y cruel que provoca tanto rechazo y cólera» (La fascinación de las palabras). Admiraba al hombre que siempre iba para adelante y a pura fuerza y coraje conseguía ganar (Torito, Final del juego).

Un día de 1932, caminando por el centro de Buenos Aires, se topó con un libro de Jean Cocteau, un total desconocido para él hasta aquel momento, titulado Opio. Diario de una desintoxicación. Aquella lectura lo marcaría para el resto de su vida: «Sentí que toda una etapa de vida literaria estaba irrevocablemente en el pasado… desde ese día leí y escribí de manera diferente, ya con otras ambiciones, con otras visiones» (La fascinación de las palabras, 1997).


Cortázar en su juventud.
Comenzó sus estudios de Filosofía en la Universidad de Buenos Aires, aprobó el primer año, pero comprendió que debía utilizar el título que ya tenía para trabajar y ayudar a su madre. Dictó clases en Bolívar, Saladillo (ciudad que figura en su Libreta Cívica como oficina de enrolamiento); y luego en Chivilcoy. Vivió en cuartos solitarios de pensiones aprovechando todo el tiempo libre para leer y escribir (Distante espejo). Entre 1939 y 1944 Cortázar vivió en Chivilcoy, en cuya Escuela Normal daba clases como profesor de literatura, y era asiduo concurrente a las reuniones de amigos que se hacían en el local de fotografía deIgnacio Tankel, y a propuesta de éste realiza su primera y única participación en un texto cinematográfico colaborando en el guion de la película La sombra del pasado, que se filmó en esa ciudad entre agosto y diciembre de 1946. Ese episodio fue tratado en el filme documental Buscando la sombra del pasado dirigido por Gerardo Panero que se estrenó en 2004.En 1944 se muda a la ciudad de Mendoza, en cuya Universidad Nacional de Cuyo imparte cursos de literatura francesa.

Publica su primer cuento, «Bruja», en la revista Correo Literario. Participa en manifestaciones de oposición al peronismo. En 1946, cuando Juan Domingo Perón gana las elecciones presidenciales presenta su renuncia. «Preferí renunciar a mis cátedras antes de verme obligado a sacarme el saco, como les pasó a tantos colegas que optaron por seguir en sus puestos». Reúne un primer volumen de cuentos, La otra orilla. Regresa a Buenos Aires, donde comienza a trabajar en la Cámara Argentina del Libro y ese mismo año publica el cuento «Casa tomada» en la revista Los Anales de Buenos Aires, dirigida por Jorge Luis Borges, así como también un trabajo sobre el poeta inglés John Keats, «La urna griega en la poesía de John Keats» en la Revista de Estudios Clásicos de la Universidad de Cuyo.
En 1947 colabora en varias revistas, entre ellas, Realidad. Publica un importante trabajo teórico, Teoría del túnel, y en Los Anales de Buenos Aires aparece su cuento «Bestiario».

Al año siguiente obtiene el título de traductor público de inglés y francés, tras cursar en apenas nueve meses estudios que normalmente llevan tres años. El esfuerzo le provoca síntomas neuróticos, uno de los cuales (la búsqueda de cucarachas en la comida) desaparece con la escritura del cuento Circe, que junto con los dos anteriores citados aparecidos en la revista Los Anales de Buenos Aires, será incluido más adelante en el libro Bestiario.

En 1949 publica el poema dramático «Los reyes», primera obra firmada con su nombre real e ignorado por la crítica. Durante el verano, escribe una primera novela, Divertimento, que de alguna manera prefigura Rayuela, que escribiría en 1963.

Además de colaborar en la citada revista Realidad, lo hace también en otras revistas culturales de Buenos Aires, como Cabalgata y Sur (8 textos, principalmente de crítica literaria y cine). En la revista literaria Oeste de Chivilcoy publica el poema «Semilla» y colaboraciones en otros tres números.

En 1950 escribe su segunda novela, El examen, rechazada por el asesor literario de la Editorial Losada, Guillermo de Torre. Cortázar la presentará a un concurso convocado por la misma editorial, sin éxito, y, como la primera, verá la luz solo en 1986.

En 1951 publicó Bestiario, una colección de ocho relatos que le valieron cierto reconocimiento en el ambiente local. 

Poco después, disconforme con el gobierno de Perón, decide trasladarse aParís, ciudad donde, salvo esporádicos viajes por Europa y América Latina, residirá el resto de su vida.

Parejas

En 1953 se casó con Aurora Bernárdez, una traductora argentina. Vivían en París con condiciones económicas bajas y le surgió el ofrecimiento de traducir la obra completa, en prosa, de Edgar Allan Poe para la Universidad de Puerto Rico. Dicho trabajo sería considerado luego por los críticos como la mejor traducción de la obra del escritor estadounidense. Juntos se fueron a vivir aItalia durante el año que duró el trabajo, luego viajaron a Buenos Aires en barco y Cortázar se pasó el trayecto escribiendo en su máquina portátil una nueva novela.

En 1967, rompió su vínculo con Bernárdez y se unió a la lituana Ugné Karvelis, con quien nunca contrajo oficialmente matrimonio, pero quien le inculcó un gran interés por la política.
Con su tercera pareja y segunda esposa, la escritora canadiense Carol Dunlop, realizó numerosos viajes, uno de los primeros fue a Polonia, donde participó en un congreso de solidaridad conChile. Otro de los viajes que hizo junto a Carol Dunlop fue plasmado en el libro Los autonautas de la cosmopista que cuenta el trayecto de la pareja por la autopista París-Marsella. Tras la muerte de Carol Dunlop, Aurora Bernárdez lo acompañará durante su enfermedad y se convertirá en la única heredera de su obra publicada y de sus textos.

Cortázar social

La Revolución cubana… me mostró de una manera cruel y que me dolió mucho el gran vacío político que había en mí, mi inutilidad política… los temas políticos se fueron metiendo en mi literatura» (La fascinación de las palabras).


En 1963 visitó Cuba invitado por Casa de las Américas para ser jurado en un concurso. A partir de entonces, ya nunca dejaría de interesarse por la política latinoamericana.

En ese mismo año aparece lo que sería su mayor éxito editorial y le valdría el reconocimiento de ser parte del boom latinoamericano: Rayuela, que se convirtió en un clásico de la literatura en español.

Según declaró en una carta a Manuel Antín en agosto de 1964, ese no iba a ser el nombre de su novela sino Mandala: «De golpe comprendí que no hay derecho a exigirle a los lectores que conozcan el esoterismo búdico o tibetano; pero no estaba arrepentido por el cambio».

Los derechos de autor de varias de sus obras fueron donados para ayudar a los presos políticos de varios países, entre ellos Argentina. En una carta a su amigo Francisco Porrúa de febrero de 1967, confesó: «El amor de Cuba por el Che me hizo sentir extrañamente argentino el 2 de enero, cuando el saludo de Fidel en la plaza de la Revolución al comandante Guevara, allí donde esté, desató en 300 000 hombres una ovación que duró diez minutos».

En noviembre de 1970 viajó a Chile, donde se solidarizó con el gobierno de Salvador Allende y pasó unos días a Argentina para visitar a su madre y amigos, y ahí el delirio fue una especie de pesadilla diurna contó en una carta a Gregory Rabassa.

Al año siguiente, junto a otros escritores (Mario Vargas Llosa, Simone de Beauvoir, Jean-Paul Sartre), se opuso a la persecución y arresto del autor Heberto Padilla, desilusionado con la actitud del proceso cubano. En mayo de 1971 reflejó su sentir ambivalente hacia Cuba en «Policrítica en la hora de los chacales», poema publicado en Cuadernos de Marcha y reproducido después incluso por Casa de las Américas.

A pesar de ello, sigue de cerca la situación política de Latinoamérica. En noviembre de 1974 fue galardonado con el Médicis étranger por Libro de Manuel y entregó el dinero del premio al Frente Unificado de la resistencia chilena. Ese año fue miembro del Tribunal Russell II reunido en Roma para examinar la situación política en América Latina, en particular las violaciones de losDerechos Humanos. Fruto de esa participación fue el cómic editado posteriormente en México Fantomas contra los vampiros multinacionales, que Gente Sur editó en 1976.

Su obra poética

Aunque Cortázar es reconocido principalmente por su narrativa, escribió gran cantidad de poemas en prosa (en libros mixtos como Historias de cronopios y de famas, Un tal Lucas, Último round); e incluso poemas en verso (Presencia, Pameos y meopas, Salvo el crepúsculo).

Colaboró en muchas publicaciones en distintos países, grabó sus poemas y cuentos, escribió letras de tangos (por ejemplo con el Tata Cedrón) y le puso textos a libros de fotografías e historietas. Grabó en Alemania con el bandoneonista Juan José Mosalini el poema Buenas noches, che bandoneón  y, con otros autores latinoamericanos, Poesía trunca, discos de Casa de las Américas en homenaje a vates revolucionarios (1978).

Nicaragua y Costa Rica

En 1976, viaja a Costa Rica donde se encuentra con Sergio Ramírez y Ernesto Cardenal y emprende un viaje clandestino y plagado de peripecias hacia la localidad de Solentiname enNicaragua. Este viaje lo marcará para siempre y será el comienzo de una serie de visitas a ese país.

Luego del triunfo de la revolución sandinista visita reiteradas veces Nicaragua y sigue de cerca el proceso y la realidad tanto nicaragüense como latinoamericana. Estas experiencias darán como resultado una serie de textos que serán recopilados en el libro Nicaragua, tan violentamente dulce.
En 1978, a pedido del grupo musical chileno Quilapayún, remodeló parte del texto de la Cantata Santa María de Iquique, lo que causó el disguto de su autor, el compositor Luis Advis, que no había sido consultado. La versión con las correcciones de Cortázar fue grabada en dos oportunidades, pero después Quilapayún volvió a interpretar la obra de acuerdo al original de Advis.
Tumba de Cortázar enMontparnasse, París. Sobre la lápida se yergue la imagen de un cronopio, personaje creado por el escritor

Enfermedad y muerte

En agosto de 1981 sufrió una hemorragia gástrica y salvó su vida de milagro. Nunca dejó de escribir, fue su pasión aun en los momentos más difíciles.

En 1983, vuelta la democracia en Argentina, Cortázar hace un último viaje a su patria, donde es recibido cálidamente por sus admiradores, que lo paran en la calle y le piden autógrafos, en contraste con la indiferencia de las autoridades nacionales. Después de visitar a varios amigos, regresa a París. Poco después François Mitterrand le otorga la nacionalidad francesa.
Carol Dunlop había fallecido el 2 de noviembre de 1982, sumiendo a Cortázar en una profunda depresión. Julio murió el 12 de febrero de 1984 a causa de una leucemia. Sin embargo, en 2001 la escritora uruguaya Cristina Peri Rossi afirmó en su libro sobre el escritor que creía que la leucemia había sido provocada por el sida, que Cortázar se habría contagiado durante una transfusión de sangre en el sur de Francia. Dos días después, fue enterrado en el cementerio de Montparnasse, en la misma tumba donde yacía Carol. La lápida y la escultura que adornan la tumba fueron hechas por sus amigos, los artistas Julio Silva y Luis Tomasello. Es costumbre dejar un vaso de vino y una hoja de papel o un billete de metro con una rayuela dibujada o una piedrita para jugar a la rayuela.

Reconocimientos

  • En Buenos Aires lleva su nombre la plaza Cortázar ―antes conocida como plaza Serrano―, situada en la intersección de las calles Serrano y Honduras (en el barrio Palermo Viejo).
  • El puente Julio Cortázar, situado sobre la avenida San Martín, en el barrio de Agronomía (en la ciudad de Buenos Aires), debe su nombre a que el escritor vivió en el cercano Barrio Rawson algunos años antes de marcharse a París.
  • Varias instituciones educativas llevan su nombre:
    • La Escuela Secundaria Básica N.º 13 «Julio Cortázar» (en Buenos Aires).
    • El Colegio Secundario N.º 1 «Julio Cortázar» (en el barrio de Flores).
    • La Escuela de Educación Media n.º 8 «Julio Cortázar», de la ciudad de Florencio Varela, en la zona sur del Gran Buenos Aires.
    • La escuela Julio Cortázar del partido de Ituzaingó (en la zona oeste del Gran Buenos Aires).
  • En 1984 la Fundación Konex le otorgó posmórtem el Premio Konex de Honor por su gran aporte a la historia de la literatura argentina.
  • La Universidad de Guadalajara (México), inauguró, el 12 de octubre de 1994, la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar, en honor al escritor. Dicha inauguración contó con la presencia del escritor mexicano Carlos Fuentes, del colombiano Gabriel García Márquez y de la viuda de Cortázar, Aurora Bernárdez. Esta cátedra rinde homenaje a la memoria, la persona, la obra y las preocupaciones intelectuales que rigieron la vida del argentino.
  • El profesor Dr. Lanin A. Gyurko, de la Universidad de Arizona (Estados Unidos), publicó Twilight zone. Reality and fantasy in the short stories of Julio Cortázar. Nueva Orleans: University Press of the South, 2011. ISBN 978-1-937030-00-1.
Sus obras han sido traducidas a varios idiomas. En China aparecieron versiones en mandarín de la pluma del académico Fan Yan.


Cronología (1914-1937)


1914 Nace en Bruselas (Bélgica) Julio Florencio Cortázar, hijo de Julio José Cortázar (encargado comercial de la embajada Argentina) y de María Herminia Descotte. En ese entonces Bruselas estaba ocupada por los alemanes. 

1916 La familia Cortázar se instala en Suiza, donde aguarda el fin de la Primera Guerra Mundial. 



1918 La familia, huyendo de la Primera Guerra Mundial, se traslada a Argentina y se instala en Bánfield, en los suburbios de Buenos Aires. Su padre, de quien Julio no quiso nunca saber nada, abandona a su mujer y a sus dos hijos. Julio se cría con su madre, una tía, su abuela y su hermana Ofelia, un año menor que él. Adopta la nacionalidad argentina, ya que sus padres eran argentinos. 



1923 Érase una vez un niño... Escribe su primera novela y poemas. La familia sospecha que son plagiados, lo cual le provoca una gran desazón.

Desde pequeño su relación con las palabras y con la escritura no se diferenció de su relación con el mundo en general; no aceptaba las cosas como le eran dadas, lo que ejercía sobre él una cierta fascinación por las palabras. Su madre, de alguna forma, fue quien marcó su vocación literaria ya que de ella recibió los primeros libros que leería, como los "Ensayos de Montaigne", alternados con las "Aventuras de Buffalo Bill", Sexton Blake, Edgar Wallace, novelas policiales, y también, los "Diálogos" de Platón, Victor Hugo y Edgar Allan Poe.


1928 Estudia en la Escuela Normal de Profesores Mariano Acosta (cuya atmósfera recreará en el cuento "La escuela de noche"). Allí conoce al que sería uno de sus grandes formadores intelectuales: el Profesor Arturo Marasso, quién lo acercó a toda la literatura clásica.


1932 Obtiene el título de Maestro Normal, que lo habilita para ejercer el magistrerio. Intenta, sin éxito, viajar a Europa en un buque de carga, con un grupo de amigos (fracaso que podemos encontrar en "Lugar llamado Kindberg"). 



1932 Se recibe de maestro normal en la Escuela Mariano Acosta. En una librería de Buenos Aires descubre el libro "Opio", de Jean Cocteau, cuya lectura cambia su visión de la literatura y le hace descubrir el surrealismo. 



1935 Obtiene el título de 'Profesor Normal en Letras'. Ingresa en la Facultad de Filosofía y letras. Aprueba el primer año, pero abandona los estudios para iniciarse en el profesorado. 

1937 Es designado profesor en el Colegio Nacional de una pequeña ciudad de la provincia de Buenos Aires, Bolívar. Lee infatigablemente y escribe cuentos que no publica.